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sábado, 20 de diciembre de 2014

Desde Venus


Somos seres que viven en otro planeta, pero esto no cambia nada. Si lográis transmitir nuestra llamada, nuestro grito, no quisiéramos sin embargo que lo recibierais como el de seres misteriosos, medio míticos y con poderes “paranormales”. No, saber bien que en realidad nos parecemos a vosotros salvo en algún que otro detalle. Sólo que nuestra evolución nos ha dotado de alguna mutación física y psíquica.
Hace mucho, mucho tiempo que vivíamos mezclados con los seres humanos del planeta Tierra, pero dada la destrucción y putrefacción constante de vuestras anteriores civilizaciones (atlante y lemuria), hicimos un juramento: el de no mezclarnos más con un mundo en el que sabíamos que las fuerzas de destrucción reaparecerían un día u otro. Y he aquí la situación en que se encuentra actualmente vuestra civilización, reconocerlo por vosotros mismos. ¿Podéis comprenderlo y, si así fuera, aceptarlo?
Quizás haya sido cobardía o egoísmo por nuestra parte. Muy ignorante es el que juzga. Ni siquiera nosotros lo sabemos. Lo que comprendemos, sin embargo, es ante todo que la Tierra y cada criatura que vive en su superficie nos necesitan, necesitan la energía que podemos desplegar, así como la suma fabulosa de nuestros conocimientos para la construcción de la futura humanidad.
Ya oigo vuestras exclamaciones: <¡Pero hay que abrir las puertas! ¡Vosotros, más que nadie, tenéis la posibilidad de cambiarlo todo…!>
De cambiarlo todo, si… Ese grito de rebeldía lo hemos oído millares de veces… Perdonad mi aparente dureza y comprended que nuestro regreso a la superficie de la Tierra significaría una intervención directa en la evolución de los seres y de las sociedades. No tenemos derecho a hacerlo. Cada criatura, cada civilización, cada raza incluso, está dotada de la vida de un ser completo. La gran ley de Amor quiere que se pueda guiar una forma de vida, pero no que se modifique su curso. ¿Veis?, el libre albedrío es el mejor Maestro que puedan esperar las manifestaciones de vida actuales.
Queremos que sepáis que también servimos a Seres mucho más evolucionados que nosotros y que difícilmente podríais concebir que existan… Los grandes Seres angélicos de quienes intentamos ser intérpretes, desean que se pulvericen las gangas de vuestra mente. Vuestra mente os miente… Pero observar que he dicho “vuestra” mente. Sólo el corazón de Amor os ayudará a educar de otro modo vuestras facultades de razonar, no lo dudéis, ya no es tiempo de que vuestra gran mente se reduzca sólo a reproducir viejos esquemas. Tenéis que salir de ese círculo que os lleva a la autodestrucción.
¡Si supierais cómo un simple pestañeo puede engendrar una melodía para los oídos del que acepta hacerse pequeño para oír!…
“Buscar en uno mismo” no es fruto de un vago consejo metafísico de autoanálisis sino, por el contrario, la lección de una necesidad imperiosa en estos tiempos en los que ya no encontraréis otra salida ni solución.
Pero esto no se lo puede enseñar nadie a nadie. Cada una/o, lo quiera o no, es una buscador/ra errante que sólo consigue encontrar su camino tras haber desgastado la planta de sus pies en las piedras de todos los caminos y destrozado hasta el último harapo.
No hay nada triste en esto. Al contrario, es una bendición, porque el rey que ha sido mendigo puede hacer florecer en su corazón más Amor que ningún otro… Así como nosotros, hermanos de las estrellas, sólo podríamos sugerir… Estimularemos vuestra voluntad de Amor para vuestra propia regeneración.
Amigas/os, nunca en la Tierra hubo paraíso perdido sino tan solo una muchedumbre de ciegos que deambulan y chocan entre sí en medio de sus jardines.
En períodos como éste hacen falta barqueros/as de mujeres y hombres. No jefes de tropa sino hombres y mujeres que concentren las energías y “rompan las cadenas”.
¡La voluntad! Reconoced que esta palabra da miedo. Muchas personas llenas de amor y deseosas de crecer evitan utilizarla. ¡La voluntad es amor, debéis decirlo! Y esta fuerza de amor es la que nosotros alimentamos cada momento. Si utilizáramos esta Fuerza y nuestra energía psíquica, nos resultaría fácil instaurar un reino de paz en la Tierra. ¡Pero que artificial sería! Verdadero infantilismo por nuestra parte… Una inconsciencia sin nombre…
Lo digo por todos los seres cuyas quejas llegan regularmente hasta nosotros, que se reducen a clamar: “Si hubiera una energía divina, ¡no permitiría tantos dolores ni tantas injusticias!”. A éstos les puedo contestar en nombre de todos los espíritus sabios de todos los universos: “No se regala la Paz a nadie. El estado de paz se conquista”.
No veáis rudeza alguna en esta afirmación. El Amor verdadero sólo se propaga después de la lucha. Poned una joya en manos de un niño… ¡Quién sabe lo que hará con ella! Llevad a ese niño a sacar una piedra corriente del fondo de una mina, y esa piedra tendrá para él el valor de toda una montaña de oro. Comprended que habrá descubierto su propia facultad de buscar y de encontrar. Del mismo modo el hombre y la mujer deben conquistarse a sí mismos. Los seres de luz no seremos la varita mágica tan esperada por algunos, sino los mineros que los conduzcan hacia su propias entrañas para sacar de ellas la Piedra. Ser vosotras mismas y vosotros mismos contra viento y marea, los tiempos están cambiando muy rápidamente.
Con Amor, los seres de Venus.
Transcripción: José Carlos López Garrido

 “Isis Alada”


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